 Observatorio de la Economía Latinoamericana Número 32, octubre 2004 SISTEMA ECONÓMICO NEOLIBERAL EN CHILE: ¿UN MODELO DE DESARROLLO? Sandra Ríos Núñez sandra.rios@ulagos.cl Universidad de Los Lagos Osorno Chile Para citar este artículo recomendamos utilizar el siguiente formato: Ríos Núñez, S. (2004) “Sistema económico neoliberal en Chile: ¿Un modelo de desarrollo?” en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 32 Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/index.htm |
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CONTEXTUALIZACIÓN
EL MODELO ECONÓMICO neoliberal chileno comenzó a gestarse el año 1956, al suscribirse un convenio de intercambio académico entre la Universidad Católica y la Universidad de Chicago. Ésta última tenía la intención de difundir sus ideologías en grupos de tecnócratas e intelectuales locales con el objeto de interferir en las políticas económicas de los gobiernos de la región, hecho que logró a medias, ya que el sistema económico chileno dista bastante del promovido por la Escuela de Chicago.
Las bases ideológicas del modelo no son nuevas. Ya en el siglo XVIII Adam Smith hablaba sobre los beneficios de la “mano invisible” y de la asignación “óptima” de recursos por parte del mercado. El modelo neoliberal sería, entonces, el renacimiento de la ideología perdida y relegada por las ideas de Keynes, las cuales dominaron el pensamiento económico después de la “gran depresión” y perduraron hasta mediados de los años 60.
En Chile, la introducción del modelo neoliberal vino de la mano de un grupo de economistas, de corte neoliberal, que participó en el diseño de la plataforma programática del Partido Nacional. Sin embargo, tuvieron que esperar hasta 1973 para ponerlo en práctica, cuando fueron convocados por la reciente Junta Militar.
No obstante, la ideología más ortodoxa del neoliberalismo no fue implementada inmediatamente, puesto que los militares fueron, al comienzo, reticentes a la idea de privatizar las empresas estatales y entregar al mercado la asignación de los recursos. Pero a poco andar, los logros conseguidos en materia de control de la inflación, del déficit fiscal y del restablecimiento de los equilibrios básicos los hizo cambiar de opinión.
No fue extraño, entonces, que en Chile se implantaran políticas económicas de corte liberal, pues las dictaduras militares que operaban en gran parte de América Latina, entre los años 60 y 70, dieron el marco propicio para el intento. Sin embargo, luego de ciertos fracasos en las políticas económicas, muchos de esos países optaron por modelos económicos mixtos, más heterodoxos, que conservaran aspectos de los modelos estructuralistas con algunos matices neoliberales.
La situación chilena fue totalmente distinta, ya que aquí no sólo se mantuvo el modelo, sino que además se profundizó, de modo que Chile ostenta el título de ser el país con el modelo liberal más radicalizado en el mundo, superando incluso a la Gran Bretaña de Margaret Thatcher, quien se propuso crear un nuevo sistema económico basado en la desregulación, liberalización y privatización.
A pesar de los éxitos iniciales, el modelo comenzó a evidenciar ciertas fallas, lo que refleja la idea que los modelos monetarios eran concebidos con enfoques de corto plazo, por lo que no era extraño que los resultados de las políticas implementadas tuviesen resultados visibles en el mismo período.
No obstante, tanto la historia como el tiempo, han demostrado que las decisiones adaptadas tuvieron efectos negativos en el mediano y largo plazo. Uno de los ejemplos más categóricos fue la crisis económica de 1982. Es más, el mismo Milton Friedman (ideólogo del modelo neoliberal) manifestó sus dudas sobre si volvería a impulsar un modelo como éste.
La críticas no provienen sólo de acá. También se hicieron desde su casa matriz –Chicago- debido a que el modelo fue aplicado de manera ortodoxa, no reparando en las diferencias que involucra el medio y la situación económica existente.
PRO-EMPRESAS ANTE QUE PRO-MERCADO
Hay dos variantes que no fueron consideradas y que tienen relación con las grandes diferencias que existen entre el modelo pro-mercado y el pro-empresas. El primero supone que el mercado libre es el mejor asignador de recursos; el segundo establece el dominio del sector privado por sobre el Estado.
El modelo aplicado en Chile comulgó con el segundo modelo. De ahí que se terminó concentrado las empresas en pequeños grupos de poder, los que se han convertido en un Estado dentro de otro Estado.
En la práctica, esto ha significado una pugna entre el Estado y las empresas, que se evidencia cuando el primero trata de llevar a cabo acciones que, desde la perspectiva de las empresas, les perjudican abiertamente.
Este pensamiento quedó anclado durante la dictadura militar. Ahí se impuso un sistema donde las metas del crecimiento económico global pasaron a ser el objetivo primordial y se relegó a un segundo plano cualquier política tendiente a mejorar la distribución de la riqueza. De ahí que los gobiernos hayan perdido casi la totalidad del poder necesario para cumplir con los objetivos de carácter social.
Una contradicción de la economía de mercado es la concentración de los medios productivos o monopolios encubiertos, que también afecta el desarrollo del país. Pero el peor legado de estos 30 años de modelo neoliberal, es el anquilosamiento instalado en nuestra sociedad, haciéndonos creer que no hay otra forma de gestión económica posible.
Es cierto que el modelo generó un gran crecimiento económico durante los noventa, pero la estructura de la distribución del ingreso se estancó e incluso sigue empeorando. Mientras en 1990 la relación entre el ingreso del 20% más pobre y el 20% más rico era de 14 veces, el año 2000 esta diferencia llegaba a 15,3 veces.
Es un hecho que el sistema económico imperante es a todas luces discriminatorio, monopólico y sectario. Sólo algunos pocos, amparados bajo el régimen autoritario, pudieron sentar las bases de una economía que lejos de corregir las diferencias o de ampliar la propiedad, tiende a concentrarse aún más.
Por ahora, sólo nos queda esperar que en algún momento la sociedad reaccione y entienda, que bajo un modelo tan desigual, la economía tenderá a estancarse y a colapsar. El crecimiento económico no genera mejor distribución de la riqueza, por lo menos bajo el modelo económico chileno.
BONANZA ECONOMICA Y NEOLIBERALISMO, ¿desde cuándo?
Se ha generalizado la opinión -ya convertida en cuasi mito-de que la dictadura militar sacó prontamente a Chile de la crisis económica desencadenada por el gobierno de la UP, opinión basado en la declaración de Pinochet: "Cuando tomamos el gobierno, el país estaba al borde del precipicio y...gracias a nuestra política ¡ha dado un salto adelante!". Más lejos aún –y más grave por ser historiador- fue Ricardo Krebs al sostener enfáticamente que el país experimentó en esos años un impulso modernizador efectivo que lo puso en la línea de los países desarrollados".
Este error histórico está íntimamente relacionado con otro más grave aún: que la administración Pinochet pudo superar esta crisis gracias a la inmediata aplicación del modelo neoliberal, a tal punto que en 1998 se han celebrado Seminarios internacionales con el tema: "25 años de neoliberalismo en Chile". Varios investigadores, entre ellos el destacado historiador Perry Anderson, han demostrado inequívocamente que las primeras
experiencias mundiales de aplicación del modelo neoliberal fueron realizadas recién a principios de los '80 por los gobiernos de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Helmut Köln en un intento de remontar la recesión generalizada de 1973-75 que puso de manifiesto el agotamiento del anterior patrón de acumulación capitalista, afectado por las crisis cíclicas durante las décadas de 1950 y 1960.
El neoliberalismo no fue implantado de la noche a la mañana sino que se fue gestando a través de un proceso económico caracterizado por el capitalismo monopólico -o fase imperalista II- de las multinacionales y las nuevas modalidades bancarias del capital especulativo financiero, basadas en la escuela monetarista de Chicago. Las ideas habían sido planteadas por Milton Friedman, Walter Lipman, Karl Popper, críticos del llamado Estado "benefactor" y, sobre todo, por Friedrich Hajeck con sus sugerencias de reducción de impuestos, estabilidad monetaria y no aceptación de las presiones sindicales por aumentos de salarios, de previsión y otras reivindicaciones sociales que afectaban la tasa de ganancia.
Por consiguiente es obvio -para quien no quiera acomodar la historia a una ideología- que los militares no implantaron desde los inicios de su dictadura un modelo económico -como el Neoliberal- que todavía no era practicado ni siquiera por Europa Occidental y la más grande potencia mundial: los Estados Unidos.
Si así hubiese ocurrido, los teóricos de la Economía Política europea y norteamericana se habrían encontrado con la paradoja de que el modelo neoliberal de economía-mundo, al decir de Wallerstein, tuvo como punto de arranque un país
subdesarrollado, dependendiente y aislado en los confines sureños del Océano Pacífico.
Lo que sí puede afirmarse es que la dictadura militar de Pinochet pavimentó el camino hacia un modelo que no se conocía aún, porque el golpe militar cortó de raíz las tendencias a la baja de la tasa de ganancia. Sin saber a que meta llegar, y sólo por necesidades de su política represiva, aplastó las organizaciones sindicales, asesinando, encarcelando y mandando al exilio a sus dirigentes, terminando así con las presiones por reivindicaciones salariales y previsionales, redujo los impuestos a las grandes empresas y abrió el camino sin retorno de las privatizaciones.
En rigor, la implantación plena del modelo neoliberal en Chile recién se produjo a mediados de la década de 1980, es decir 12 años después del golpe militar de septiembre 1973, cuando se generaliza en casi todas las naciones la mundialización o internacionalización del capital. Respecto de la llamada bonanza económica del régimen militar, todas las estadísticas muestran que desde septiembre 1973 hasta 1976 Chile sufrió una recesión ecónomica que remontó transitoriamente en 1977 hasta caer en la conocida crisis financiera de 1981-82, que ha sido considerada por los economistas, que están analizando la crisis de 1998-99, como la peor de las recesiones chilenas de las décadas de 1980 y 1990.
En síntesis, la tan magnificada bonanza económica de 17 años del régimen militar se reduce a solo un lustro: de 1985 a 1990. Esta interpretación global de la evolución de la economía bajo el régimen militar, nos permite afirmar que es errónea la utilización del concepto "refundación del capitalismo" a partir del ascenso al poder de la Junta Militar, por la vía armada. A mi juicio, esa definición tiene un contenido ideologizante y ahistórico. En primer lugar, porque la columna vertebral de la economía estuvo fundamentada en la exportación de una materia prima, el cobre; absurdo conceptual, a la luz de la Economía Política: "refundar el capitalismo" sobre la base de la tradicional economía primaria de exportación, ignorando que el salto cualitativo del capitalismo se hizo con la Revolución Industrial de los siglos XVII al XIX. Inclusive, si se quisiera emplear el discutido concepto de "refundación del capitalismo" habría que decir que en Chile y, por extensión en Latinoamérica, se inició con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones inaugurado en 1930-40-50. En segundo lugar, porque el cobre constituyó desde la década de 1930 más del 50% de los ingresos de divisas del país. En tercer lugar, porque el despegue económico acaecido desde mediados de los `80, al integrarse Chile al modelo neo-liberal, no se fundamentó en un proceso acelerado de industrialización sino en el aumento de la exportación de materias primas, con un mayor valor agregado, particularmente en las áreas agroindustrial, pesquera y maderera. Menos podría hablarse de una "revolución capitalista", como se ha sostenido sin ninguna rigurosidad científica, pues está demostrado por las Ciencias Sociales que una Revolución se caracteriza por un cambio en el Modo de Producción, como sucedió con el reemplazo del modo de producción feudal por el capitalista a principios de la llamada Edad Moderna. También, y al mismo tiempo, una Revolución se define por un cambio sustancial del poder, como acaeció con la Revolución Francesa, en que la monarquía feudal fue desplazada por una clase social en ascenso: la burguesía industrial.
Nadie podría negar que la implantación del modelo neoliberal significó un reajuste del sistema capitalista, reajustes que han sido frecuentes para amoldarse a nuevos tiempos, como fue el histórico paso de la economía librecambista del siglo XIX a la inauguración del modelo de concentración de capital, conocido con el nombre de capitalismo monopólico internacional o fase imperialista, desde la década de 1880 en adelante; y a ninguno de los grandes teóricos de la época, como Hobson, Hilferding -y menos a Lenin, que se basó en las investigaciones de ambos- se les ocurrió caracterizar dicho cambio como una "revolución capitalista". Para analizar con más detalles el proceso chileno, dividimos la evolución de la economía bajo la dictadura militar en cuatro períodos: 1) del 12-09-1973 a 1976; 2) de 1977 a 1981; 3) de 1982 a 1985 y 4) de 1986 a 1990.
1) Como señalamos anteriormente, la Junta Militar no tenía un modelo económico proyectado. Sólo sabía, por intermedio de sus consejeros aúlicos de la Derecha, que después de derrocar al gobierno de la UP era necesario cortar de raíz todos los factores que afectaban la tendencia a la baja de la tasa de ganancia de los empresarios, es decir, presión sindical por aumento de salarios y de previsión ; además, reducir los gastos sociales del presupuesto fiscal, los impuestos que pagaban los dueños de los medios de producción y, en general, de lo que debía cancelar la clase dominante, de acuerdo a leyes aprobadas durante los gobiernos de Frei y Allende. Para cumplir estos objetivos era necesario descabezar el movimiento obrero y, en lo posible, destruir sus organizaciones sindicales. Asimismo, cambiar las funciones anteriores del Estado, en particular aquellas que permitieron definir al Estado como benefactor; devaluar el tipo de cambio para atenuar el déficit de la balanza de pagos; implantar el "monetarismo" –que no es un modelo que abarque al conjunto de la economía sino que se emplea para detener la inflación y lograr una mayor estabilidad monetaria- que los Chicago Boys utilizaron en Chile para frenar la hiperinflación ; liberalizar los precios; acelerar el proceso de exportación-importación, iniciado por Jorge Alessandri en 1960; y aumentar las tasas de interés. Estas dos últimas medidas provocaron la quiebra de pequeñas y medianas fábricas y roces con las empresas de la industria liviana –como la metalurgia, textil, cuero y calzado- que elaboraba productos destinados al mercado interno y que se sentía afectada por la importación indiscriminada de aquellos artículos extranjeros que le hacían competencia, a causa de una mayor apertura al comercio mundial. Se hace necesario recordar que la Renta del Cobre constituyó, durante los 17 años de gestión castrense, la columna vertebral de la economía; en una paradoja más de la historia, la dictadura heredó y se benefició de la nacionalización del cobre promovida por el mismo gobierno "comunista" al que derrocó: Salvador Allende. A partir de entonces, todos los excedentes que se llevaban las Compañías norteamericanas quedaron en manos del Estado chileno, hecho que objetivamente favoreció a la administración Pinochet en un monto de 20.000 millones de dólares por concepto de las entradas del cobre durante el decenio 1974-1984. En tal sentido, es llamativo el fenómeno de que el gobierno militar y sus asesores civiles -entre ellos Jaime Guzmán, Hernan Büchi, Rolf Lüders, Carlos Cáceres, Sergio Onofre Jarpa, partidarios fundamentalistas de las privatizaciones- jamás insinuaron la necesidad de privatizar a Codelco, propuesta que recién bajo los gobiernos de la Concertación se han permitido plantear. Sabían que no sólo el 10% de las ventas del cobre pasaron a ingresar las arcas de las FF.AA., sino que también el 90% restante de las entradas del cobre -base fundamental de los ingresos fiscales- quedaron en manos del Estado, administrado por el gobierno militar. De ahí, que toda variación del precio mundial del cobre hizo -y hace- un impacto decisivo en la economía chilena, tanto en su alza como en su descenso, hecho último que afectó la situación económica de Chile durante los primeros años de la dictadura.
2) Entre 1977 y 1981 se produjo un relativo repunte de la economía, como resultado de varios reajustes, entre ellos la adopción de una mayor política de "shock", iniciada en abril de 1975 con el "Plan de Recuperación Económica" destinado a superar la lenta y paulatina gradualidad de la anterior política de estabilización. La formulación de este nuevo Plan significó, sin explicitarlo, un reconocimiento del fracaso de la política aplicada hasta entonces para frenar el fenómeno de hiperinflación, pues luego de tres años de régimen militar la inflación alcanzaba al 211% anual, según la estadística oficial del Banco Central. De este modo, se estaba reconociendo que era incorrecta la estimación gubernamental de que la causa de la inflación era "el exceso de demanda -traducido en el exceso de emisión monetaria- derivado del déficit público y de los costos del trabajo".
El Ministro del Trabajo de la época, José Piñera afirmaba "uno de cada siete chilenos tendrá un automóvil dentro de cinco años...crearemos un millón de ocupaciones...construiremos 900.000 viviendas...en diez años más, superaremos el promedio de ingreso per cápita mundial...habremos transformado a Chile de un
país destruido en un país desarrollado"(!!!) (Declaraciones de Pinochet y José Piñera, en El Mercurio, 28 de agosto de 1980). Al año siguiente, ambos estaban mendigando créditos internacionales para paliar la crisis financiera.
c) En el tercer período: de 1982 a 1985, Chile sufrió una de las recesiones económicas más graves desde la gran crisis de 1929- 30, al repercutir fuertemente en nuestra economía dependiente el impacto de la recesión económica internacional de 1980-82, que puso al mundo capitalista al borde de la bancarrota económica. A la base de esta recesión generalizada estuvo la desaceleración económica de la década de 1970, que liberó excedentes monetarios, invertidos en el área productiva, que las multinacionales canalizaron a través de la banca mundial. La liquidez internacional en aumento desmedido condujo al otorgamiento de préstamos, que quedaron fuera de la regulación de los bancos centrales. Al mismo tiempo, se quebró la paridad de cambio de las monedas, generándose un aumento de las reservas mundiales que se volcaron a los nuevos circuitos financieros, adquiriendo un ritmo propio los flujos monetarios. El mercado del dólar -que doblegó al marco alemán y al franco- escapó al control de los bancos estatales de cada nación, acelerándose la especulación financiera y la capacidad prestamista de la banca transnacionalizada a las naciones del llamado "tercer mundo". En la mayoría de los países latinoamericanos, el endeudamiento aumentó por la imposibilidad de pagar las amortizaciones e intereses y por las importaciones de bienes de capital. La Deuda Externa chilena aumentó de 4.000 millones de dólares en 1973 a más de 15.000 millones en 1984. Con el fin de evitar la bancarrota, la Junta Militar decretó el 13 de enero de 1983 la liquidación de algunos bancos (BUF, BCH, Financiera CIGA) y la intervención de otros (Bancos Chile, Santiago, Concepción). Entró en crisis el Sistema de Fondos Mutuos,afectando a más de 130.000 pequeños inversionistas, que no contaban con ninguna garantía. Las "financieras" entraron en un acelerado proceso de quiebra. Al intervenir las Casas Financieras, Pinochet reafirmó el papel del Estado, aunque en palabras se seguía proclamando la necesidad de quitarle cada vez más sus funciones keynesianas. Actualmente -decía la revista derechista "Qué Pasa", dirigida por Gonzalo Vial- "nos encontramos con un todopoderoso Estado empresario, el cual directa o indirectamente controla las mayores empresas productivas del país y parte importante del sistema financiero nacional. No es el mejor de los corolarios para un modelo económico liberal como el que se aplicó durante el último decenio".
4) En la cuarta fase: de 1986 a 1990, se produjo una apreciable apertura comercial, integrándose Chile plenamente al modelo neoliberal. El Producto Interno Bruto creció a una tasa anual promedio de 6% en ese lapso. El precio del cobre repuntó y aumentaron las exportaciones no tradicionales, especialmente la madera, pesca y el rubro frutícola. En 1986 aumentó la producción agrícola alcanzándose una de las altas cosechas de trigo de la década del `80. Se mantuvo la estabilización monetaria, aunque el precio real de la moneda nacional se mantuvo artificialmente revalorizado. Entre 1987 y 1989 hubo un relativo crecimiento de las exportaciones industriales, incluidas las agro-industriales. Chile pudo aumentar las exportaciones no tradicionales gracias a las llamadas ventajas comparativas, entre las cuales sobresalían los bajos sueldos y salarios que se pagaban a los trabajadores.
AGUDIZACION DE LAS DESIGUALDADES SOCIALES
Durante los 17 años de gobierno militar, se agudizaron las desigualdades sociales, consolidándose los rasgos oligárquicos de la clase dominante, entendiendo por oligarquía no sólo a los terratenientes tradicionales sino a los grupos que concentran el poder económico en pocas manos. Al mismo tiempo, la burguesía chilena perdió los últimos rasgos de "nacional", al asociarse totalmente con el capital financiero internacional. La concentración monopólica se expresó en la emergencia de media docena de grupos que eran encabezados por apellidos chilenos, pero que en el fondo eran representantes de asociaciones con el capital monopólico foráneo. Uno de los factores que permitió una pronta acumulación de capital fue la creación de las AFP e ISAPRES que, con el dinero que cotizaban los empleados, obreros y profesionales, estuvieron en condiciones de efectuar grandes inversiones en áreas de mayor expectativa económica, tanto en Chile como en los países vecinos.
Mientras se desarrollaba esta nueva plutocracia, se ahondaba el abismo entre ricos y pobres, pues éstos llegaron a los más bajos niveles de ingreso del último medio siglo, por varios fenómenos. Uno de ellos fue la abrupta disminución de los salarios reales; otro, la tasa acelerada de desempleo y subempleo, que fluctuó como promedio entre el 15 y 20% durante los 17 años de la dictadura, salvo sus tres últimos años.
Paralelamente, comenzó a desarrollarse el sector informal, llegando a sobrepasar el 30% de la fuerza de trabajo en los últimos dos años del gobierno militar.
La contrarreforma agraria generalizó una situación de pobreza, obligando a los campesinos a vender las parcelas que habían obtenido durante el reparto de tierras efectuado por los gobiernos de Frei y Allende. A su vez, las nuevas empresas agroindustriales emplearon una mano de obra barata y temporal, generando un vasto sector de trabajadores temporeros, fundamentalmente mujeres, que sólo laboraban en tiempos de siembra y cosecha, expuestos a la contaminación, sin contrato de trabajo, sin previsión y en condiciones casi inhumanas de hacinamiento y falta de higiene. A tal extremo llegó la pobreza y el desempleo que la dictadura tuvo que implementar el PEM y el POJH, ofreciendo una especie de limosna, pues dicha actividad no podría, en rigor, ser calificada de trabajo. El número de personas en situación de pobreza y extrema pobreza alcanzó a cinco millones de habitantes, según las cifras elaboradas entonces por el economista de la DC: Alejandro Foxley; pobreza agudizada por la política de privatización de la Salud y la Previsión. No obstante, el gobierno dictatorial seguía hablando en 1988
"nivel de bienestar generalizado de la población".
COMENTARIOS EN TORNO A LA MODERNIZACIÓN Y DESARROLLO EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL
El abandono de la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones en los años setenta, condujo a una serie de modificaciones de políticas y planes de desarrollo en América Latina y en Chile. Para nuestro país, las mutaciones estratégicas adoptadas estuvieron inspiradas en ideas monetarias y neoliberales, traduciéndose esto en una apertura de la economía, la privatización de gran parte de las empresas públicas y la desregulación del mercado de capitales, dando importante cabida a los capitales extranjeros.
Por su parte se relegó al Estado a una función subsidiaria, ratificando los principios propios del mercado como patrón de asignación de recursos. Junto con lo anterior, el plan económico nacional actual sería funcional a los ajustes estructurales adoptados para enfrentar la crisis de la deuda externa en los años ochenta. Esto es, una economía marcada por la presencia de capitales extranjeros, un sector productivo deslocalizado en función de la riqueza de los recursos naturales y a la vez concentrado en aquellas actividades de mayor contenido estratégico y complejidad, y una economía basada en gran medida por actividades productivas de exportación de recursos naturales.
La regulación vía mercado, por lo tanto, la que supone igualdad de condiciones al momento de competir, escasamente reflejaría la diversidad de los agentes en competencia y por naturaleza sería un estilo de regulación que tiende a favorecer a aquellos con mejores ventajas relativas.
El sistema neoliberal no reconoce la dimensión territorial en materia de competitivad, esto pone de manifiesto la importancia de las políticas mesoeconómicas de las políticas públicas. Sería éste un espacio del sistema económico que no puede ser desatendido en la construcción de una estrategia de desarrollo, puesto que es la dimensión institucional y de política pública que es capaz de articular las relaciones entre la macro y microeconomía. Lo anterior, se refuerza con el rol de de espectador que tiene el Estado, el mercado entonces es el único promotor de crecimiento.
Dado el carácter local/territorial que adquieren las regiones en el nuevo contexto de desarrollo, el neoliberalismo no colabora con la generación de climas proclives a la gestación colectiva y endógena de procesos de aprendizaje en el ámbito tecnológico, institucional, comercial, social donde las relaciones circunscritas en los entornos locales adquieren un nivel de muy poca relevancia.
No basta con una economía desregulada, abierta y considerar que la dejaremos con un piloto automático para crecer a tasas aceleradas deseadas, es sumamente importante que nuestro país desarrolle una estrategia de industrialización más avanzada, que se articule hacia arriba y hacia abajo generando mayor densificación productiva y pasar a formar clusters maduros, si entendemos a los clusters como empresas que se agrupan para aumentar su eficiencia, el carácter local que detentan éstos significa que las relaciones circunscritas en los entornos locales adquieren mucha relevancia. Ello porque el proceso de aprendizaje está determinado por las relaciones entre los distintos actores territoriales. Este conjunto de interrelaciones se sintetiza en el concepto de red social en el cual están insertos los actores y en el cual van definiendo sus opciones de desarrollo.
El sistema económico en Chile no ha sido capaz de internalizar factores complementarios a los económicos, como lo son la capacidad de organización y gestión del país, o la capacidad de articulación de diversos actores en torno a un consenso estratégico; factores que en definitiva determinarían la calidad competitiva a nivel internacional. Asimismo, la exagerada confianza en el mercado acentúa las desigualdades sociales, fomenta la exclusión y generaliza las tendencias de desintegración; y en definitiva; condiciona la competitividad y el desarrollo sostenido.
EL MODELO NEOLIBERAL SÓLO RECONOCE EL CRECIMIENTO ECONÓMICO PERO FALLA EN MATERIA DE DESARROLLO.
n CRECIMIENTO ECONOMICO
n Aumento de la riqueza total de una nación.
n Generalmente se mide por el P.I.B
n DESARROLLO ECONOMICO
n Incorpora todos los aspectos del bienestar de los individuos, desde el estado de salud hasta la libertad política y económica


El mercado falla en


Pais | Coeficiente de Gini |
Chile | 0,57 |
Brasil | 0,59 |
México | 0,55 |
Argentina | 0,49 |
Costa Rica | 0,46 |
Estados Unidos | 0,38 |
Sudeste Asiático | 0,3 |
Europa | 0,25 |
LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y EL SISTEMA ECONÓMICO NEOLIBERAL
Fuente: BID,1999.
Al considerar 65 países en desarrollo Chile ocupa el 7o lugar de los países con peor distribución del ingreso; en América Latina solo Brasil tiene una distribución peor.
Los países desarrollados tienen un Coeficiente Gini de 0 a 0,4 ¿Cuándo Chile podrá decir que tiene un Gini similar? El año 2003 se ha informado que nuestro país tiene un Coef. Gini de 0,58.
n CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO
En Chile en condiciones de alto crecimiento, la disminución de la pobreza y las variaciones de la desigualdad de ingresos no se correlacionan entre sí. Entre el periodo 1990-1996 el crecimiento económico incidió en un 60% en la reducción de la pobreza y las políticas públicas un 40% respectivamente.
POBREZA Y SISTEMA ECONÓMICO NEOLIBERAL
Años | Pobreza (Cambio%) | PIB (Cambio%) | Elasticidad Pobreza/PIB | Eficiencia del crecimiento |
1987-1990 | -5,06 | 6,8 | -0,744 | -1,65 |
1990-1992 | -8,1 | 9,1 | -0,89 | -2,31 |
1992-1994 | -8,15 | 5,3 | -1,538 | -4,72 |
1994-1996 | -8,15 | 7,9 | -1,032 | -3,75 |
Fuente: CASEN, MIDEPLAN y BANCO CENTRAL.
q Un crecimiento económico acelerado ¿Constituye una condición suficiente para combatir la pobreza?
q En este mismo contexto ¿Las políticas sociales pasan a ser superfluas y marginales?
q ¿Qué va a suceder con la pobreza ahora que la economía chilena va a tener algunos años con un crecimiento anual inferior al 4%?
Por ahora, sólo nos queda esperar que en algún momento la sociedad reaccione y entienda, que bajo un modelo tan desigual, la economía tenderá a estancarse y a colapsar. El crecimiento económico no genera mejor distribución de la riqueza, por lo menos bajo el modelo económico chileno.
Es un hecho que el sistema económico imperante es a todas luces discriminatorio, monopólico y sectario. Sólo algunos pocos, amparados bajo el régimen autoritario, pudieron sentar las bases de una economía que lejos de corregir las diferencias o de ampliar la propiedad, tiende a concentrarse aún más.
Finalmente, pensar el desarrollo chileno a nivel país, de los territorios, de las cadenas productivas es fundamental en el escenario económico imperante, sin embargo, queda de manifiesto que el mercado automáticamente no regula ni tampoco fomenta el desarrollo. Muchos territorios han vivido la debacle de la modernización entendida como un proceso hacia lo moderno que no necesariamente tiene que ver con el desarrollo de los ámbitos espaciales, el tema es muy complejo como la realidad misma y requiere ser pensado no sólo en un eje macro o micro económico, sino también en su dimensión mesoeconómica (espacial) concepto que el sistema económico neoliberal en Chile no asegura desarrollar, por lo que no garantiza políticas públicas que aporten a una dimensión meta país de naturaleza más armónica y generadora de confianza social.
RICARDO KREBS: "Chile: 1973-1990", en Nueva Historia de Chile, Instituto de la Pontificia Universidad Católica, Ed. Zig-Zag, Santiago, 1996, p. 561.
R. GARCIA G. (compilador): Economía y Política durante el gobierno militar en Chile. 1973-1987, Ed. FCE, México, 1989.
TOMAS MOULIAN y PILAR VERGARA: "Estado, ideología y políticas económicas en Chile. 1973-1978, en Colección Estudios CIEPLAN, nº 3, Santiago, junio 1980.
PATRICIO MELLER: "Los Chicago Boys y el modelo económico chileno. 1973-1984. apuntes CIEPLAN, Nº 43, Santiago, enero 1984.
ALEJANDRO FOXLEY: "Experimentos neoliberales en América Latina", Colección de Estudios CIEPLAN, Nº7, Santiago,marzo 1982.
Revista "Qué Pasa", 3 de julio de 1985.